En el dificultoso sendero cuesta arriba, el científico equilibra la energía contenida con la energía liberada, dejando huellas de la energía utilizada. Ese péndulo diacrónico, dimensiona o permite observar cualquier espacio y tiempo, que presenta la evolución de los hechos o procesos históricos a lo largo del tiempo histórico y sociológico.
Sin embargo, otro científico, que desciende del sendero, libera energía sin descompensar la ponderación del equilibrio.
Lo majestuoso es la complicidad producida en el plano de encuentro, entre ambos, cuando sus miradas se hallan, se aciertan, se entrecruzan, se entreverán, se perciben, se atisban, se aprecian, se consideran, se valoran, se comprenden y se compenetran, sin haber girados sus cuerpos, sólo sus miradas, han, desde un punto central, en el espacio, girado los 360 grados, sólo, avistando.
Ese momento lo definimos como un momento mágico de espacio y tiempo, donde la especie humana construye su realidad, subjetiva y objetiva, aquí y ahora, que puede ser pastoral o disonante. No obstante, esa obra, es sola nuestra, como instauración humana, puesto que, la energía fue creada o construida desde o hacia el infinito, evolucionando perennemente.
El tiempo, es este encuentro, es una suerte de cuesta arriba y cuesta abajo. Un orden con un principio y un final o un estadio de exordio y un conclusivo. Cabe preguntarse ¿Tuvo el tiempo un principio, y, si así fue, que sucedió con anterioridad a esa preexistencia? ¿Cuál es la esencia del tiempo? ¿Arribará éste, alguna vez a un finito? ¿Qué acontecerá, si el tiempo transitara en sentido contrario algún día y los efectos precederán a las causas?
Naturalmente respetaremos las leyes de la física observacional. Algunos físicos nos alientan a creer que dentro de unos años deberíamos saber si podemos creer que vivimos en un universo que es completamente autónomo y sin comienzo o que finalizara.
No obstante, el tiempo concebido como o en la eternidad, proporciona posibilidades en que diferentes civilizaciones han expresado mayor atención en el pasado, otras en el futuro, y otras negando el presente. En ese caso, los científicos podrían ascender al futuro o regresar desde el pretérito, pero nunca experimentar el aquí y el ahora, puesto que ya pasó o vamos al porvenir.
En la dicotomía tiempo-espacio, las interconexiones repetitivas entre las neuronas en la memoria nos sitúan inexorablemente en el pretérito, negando categóricamente el futuro, esa reminiscencia está en un estado de “remanencia” como almacenamiento múltiple de códigos y que se halla diseminada por distintas localizaciones especializadas en el cerebro.
De lo anterior podemos deducir que la hermenéutica de la remanencia en el cerebro, su capa más externa, la corteza cerebral, procesa la información recibida, la coteja con la información almacenada y la transforma en material utilizable, real y consciente, siendo el fundamento del proceso un categórico pretérito, pero originado por un presente receptado.
Adicionalmente los seres humanos en su esencia como “constructor social de la realidad", actúa, reflexiona y analiza la evolución de sus construcciones o creaciones en la sociedad, en los determinismos de los estadios; primitivos, tradicionales y de los modos de la modernidad y posmodernidad, como una realidad social desigual y combinada, en tiempo y espacio Societal.
Un saludo Societal.
Raul Hauser Ben-Iaacov.
P.D. Polemicen o comenten en este Blog o en el grupo de “Analistas Societales” de Facebook, ya sea en el Foro, muro o en el correo.
el aqui y el ahora ya paso...
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