Por: Lesly Muñoz Alfaro 12 de abril de 2011
1. INTRODUCCIÓN
El ser humano, a pesar de los diversos medios de comunicación que tiene a su disposición -la radio, la televisión, la prensa, Internet, incluso el cine- privilegia la comunicación oral, a través del diálogo directo, por ser la forma más inmediata y espontánea para interactuar con el otro, para así poder expresar algún sentimiento, opinión o transmitir alguna información.
Todo este comportamiento humano está inserto dentro la sociedad, y a la vez, determinado por ella. Una sociedad donde las situaciones y las relaciones cada vez se vuelven más complejas, donde las diferencias cada vez se hacen más notorias, en donde los seres humanos son los únicos responsables y capaces de revertir las cosas.
Uno de los temas sociales, muchas veces denominado “problemática”, incluso eludido por no saber como enfrentarlo, es el de la discapacidad.
Debido a que es parte de la sociedad, la discapacidad es un tema que compete a todos los individuos pertenecientes a ella, «es importante recalcar el cambio de mirada hacia la discapacidad, las personas no son “discapacitadas” sino que “presentan una discapacidad”, es el entorno el que las discapacita. Si la sociedad es inclusiva y elimina las barreras que entorpecen el desarrollo de las personas con discapacidad, ellas podrán avanzar y desenvolverse en forma plena, eliminando así toda imposibilidad de interacción entre ellas»[1]
En el año 2010, entró en vigencia en Chile la Ley N °20.422, que Establece Normas sobre Igualdad de Oportunidades e Inclusión Social de las Personas con Discapacidad. Una de las normas que implanta esta ley es la de Participación y Diálogo Social, que se basa principalmente en la inclusión de la persona con discapacidad en todos los ámbitos de la sociedad. Este deber concierne directamente al Estado como el encargado de dar igualdad de oportunidades, pero no se debe dejar a fuera la labor que concierne a los otros individuos de la sociedad para lograr el mismo objetivo.
En esta ocasión, el enfoque estará principalmente dirigido hacia la interacción dialógica directa entre la persona oyente y la persona sorda, y la importancia del rol activo de la primera para permitir la inclusión social de la segunda.
2. PROBLEMA
La última encuesta CASEN, realizada por el Ministerio de de Planificación en el año 2006 a 335 hogares del país, revela que “un 6,9% de población total del país presenta algún tipo de discapacidad, el 17,7% de ese índice corresponde a personas que padecen de sordera o discapacidad auditiva”[2]
¿Qué hacen las personas para responder a estos resultados?
Son muchas las medidas que ha tomado el Estado para enfrentar de manera positiva a esta situación, por ejemplo: la inclusión de las personas discapacitadas a la vida laboral o la implementación en los espacios públicos de sistemas ornamentales que permiten la integración de personas discapacitadas, como rampas, historia de monumentos escritos en Braile, etc.
Pero existe una carencia que los resultados de encuestas aún no son capaces de revelar, pero que se hace evidente en la cotidianeidad, al momento en que se hace necesario comunicarse de manera espontánea, a través del diálogo, con alguna persona que padezca la discapacidad de la sordera.
Entonces ¿qué podemos decir? Podemos decir muchas cosas, el problema está en que no serán escuchadas.
Según María Sotillo, en su libro Sistemas Alternativos de Comunicación, señala que existe posibilidades “de que algunas personas fallen o bien el la comunicación o bien en el lenguaje oral. […] lo ideal es la presencia armónica de ambos, de manera que la comunicación se manifieste en el uso del lenguaje oral.”[3]
Con la lectura de este planteamiento, nos podemos dar cuenta que se trata de una situación de la cual la sociedad no esta ajena. Sobre todo nuestro país, donde es considerable el índice de personas que presentan la discapacidad de sordera o auditiva.
Es probable que en algún momento de nuestras vidas nos paremos ante una persona con sordera o discapacidad auditiva, la interacción sólo será posible si contamos con las habilidades y herramientas necesarias para comunicarnos con ella, en este caso saber o tener nociones sobre el lenguaje de señas.
Actualmente, en nuestro país son muy pocas las personas que se han interesado en desarrollar esta habilidad: por un lado, están aquellos que la adquieren por la necesidad de comunicarse con una persona con discapacidad, con la cual tienen directa y constante relación, por ejemplo, algún familiar cercano; mientras que por el otro, están aquellas personas que tienen una visión social y de futuro, que adquieren la habilidad pensando en que un día cualquiera establecerán diálogo con una o más personas que padezcan sordera. Pero existen también aquellas personas que no se motivan a desarrollar la habilidad, porque no les interesa o porque no se sienten familiarizados con la discapacidad, limitándose así a su entorno más próximo, en el cuál importan la comodidad, la seguridad y la satisfacción personal, olvidando absolutamente su rol de Ser social.
3. CONCLUSIÓN
La solución a lo anterior está en el hacer.
Como individuo activo en la sociedad –como se dijo anteriormente-, el ser humano debe promover la participación y el diálogo social, tomando iniciativas que permitan su integración y la del otro a la sociedad, incluyendo a personas que presentan algún tipo de discapacidad.
Es necesario que la sociedad responda activa, positiva y constantemente a las carencias que se presentan en torno al tema de la discapacidad. Esto no consiste sólo en el acondicionamiento del entorno físico donde se mueven o transitan las personas con discapacidad, sino que también en la implementación de prácticas educativas que se centren principalmente en el desarrollo del individuo oyente, por ejemplo, programas impulsados por el Gobierno que motiven y promuevan la enseñanza del lenguaje se señas, donde se señale además que la enseñanza de este código es necesario para que sea posible la interacción entre todos los individuos dentro de la sociedad, sin excepción, contribuyendo de esta manera a la inclusión las personas con discapacidad a esta, la cual muchas veces tiende a olvidarlos.
Metodología de la Investigación
Pedagogía en Castellano
Campus San Felipe
Universidad de Playa Ancha
[1] Rivas Asenjo, María. Por si a usted le interesa ¡no lo diga…! recomendaciones para el uso correcto del lenguaje en temas relacionados con la discapacidad. Servicio Nacional de la Discapacidad. 2010.
[2] Ministerio de Planificación. Resultados Encuesta Casen 2006. Chile.
[3] Sotillo, María. Sistemas Alternativos de Comunicación. Madrid, España.2003.
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